viernes, 2 de julio de 2021

¡Bienvenida Delfina!

 









Les presentamos a Delfina y compartimos la historia que nos regaló Andrea sobre cómo llega a ser parte de la familia del la Jijena.

Armando a Armando

 Todo comenzó cuando a la Prof de Ed. Física se le ocurrió abrir la vieja bolsa de plástico negro que estaba en biblioteca y decidió usar lo que había adentro. La vació y miró desconcertada la cantidad de huesos, músculos y vísceras de plástico que yacían todas mezcladas y medio polvorientas sobre la superficie de la mesa.  - Me viene bárbaro para enseñar el esqueleto- dijo con una sonrisa de satisfacción. Estaba cansada de las dos láminas que estaban en las paredes del patio y que la humedad despegaba incansablemente.  La bibliotecaria decidió ayudarla y rápidamente entre las dos armaron el esqueleto.

      No era muy grande y sus articulaciones de plástico permitían que se le movieran las piernas, los brazos y la cabeza. Salvo por el hecho de que le faltaban algunos dientes, estaba completito. Las seños empezaron a armarlo y al rato observaron complacidas su obra. Le colocaron una varilla para sostenerlo parado y los ojos para que no se les perdieran porque andaban dando vueltas por ahí. Después decidieron irse a comer porque se había acabado el turno de la mañana y pronto llegarían los de la tarde.

     Imagínense el susto que  se pegó la bibliotecaria de la tarde al abrir la puerta de la biblioteca  y ser recibida por el esqueleto que la miraba con sus ojazos enormes. Como no tenía párpados los ojos le ocupaban toda la cavidad orbital y le daban un aspecto entre pasmado y   aterrador.

      Rápidamente lo bajó de la mesa y lo dejó en un rincón de la biblioteca, junto a los mapas, las reglas de madera y algunos libros viejos. No quería tenerlo mucho a la vista porque la impresionaba bastante. Y allí quedó el esqueleto con su sonrisa desdentada y su mirada de asombro, esperando a que alguien lo rescatara del olvido.

      Cuando la profe de Educación Física volvió a la semana siguiente lo primero que hizo fue irlo a buscar y pasearlo por la escuela. Se lo mostró a todos los chicos y las chicas que quisieron verlo. Lo pudieron tocar y apretar. Hay quien lo quiso morder para probar la dureza y el sabor. Todos aprendieron un montón sobre articulaciones, huesos largos, cortos, planos y todas esas cosas aburridas que es mucho mejor aprender en directo que desde los libros. Y acá podría haber terminado la historia si no hubiese sido porque tanto lo paseó la profe que las demás maestras le empezaron a tomar simpatía. Una de ellas le puso un nombre, otra otro y así se le prendió la lamparita de las ideas a una profe que andaba siempre con una compu a cuestas que se podía hacer una encuesta para elegirle el nombre. Los chicos y las chicas de los distintos grados participaron.

     Una semana después luego de mostrar los resultados de la votación con estadísticas y gráficos multicolores la seño de la compu anunció que el nombre ganador era DELFINA.

     Cuando ese día Delfina volvió a la biblioteca ya tenía cerebro, corazón y pulmones que le habían agregado los chicos de 3ero. Durante la semana los de 4to le pusieron el páncreas, el hígado y el estómago, los de 5to  los riñones  y los intestinos. Los de 6to quisieron ponerle los músculos pero les pareció que quedaba feo porque había varios que faltaban en la bolsa así que decidieron dejarla a hueso y órgano pelado, aunque no zafaron de la explicación de la profe de dónde iban insertos los músculos y toda esa cuestión de la tonicidad y la elasticidad.

     No se sabe cómo ni por qué, pero la cuestión es que al día siguiente cuando la bibliotecaria entró a su salón Delfina levantó su mano derecha y le dijo Hola. La pobre mujer casi se infarta y estuvo a un tris de quemarse toda porque del susto largó la taza de café caliente que la ayudaba a despertarse en las mañanas.

     Después de recobrarse del susto y ante la insistencia de Delfina que seguía saludándola con su voz infantil y su mano levantada, juntó valor y decidió acercarse para corroborar que la que le estaba hablando era el pequeño esqueleto de plástico y no el producto de su cerebro medio dormido. Pero no, no encontró nada y luego de tomarse el café y pellizcarse varias veces el brazo hasta dejárselo rojo tuvo que aceptar que Delfina hablaba.

    Inmediatamente llamó a la directora que fue a ver qué era lo que tanto la asustaba , y ahí la vio: sentadita en el piso, de piernas cruzadas jugando con unos bloques que había encontrado en un estante. La Dire pegó un grito y cayó desmayada; entonces llegó la Vicedirectora y al ver al esqueleto que ahora estaba leyendo en voz alta Caperucita Roja pegó un grito y cayó desmayada encima de la Directora y entonces apareció la Secretaria que al entrar vio a Delfina que había abierto un planisferio y estaba buscando Argentina y se quedó muda, pero no se desmayó sino que le dio hipo del susto. Un hipo fuerte que parecía un eructo, pero no era.  Y así hipando a gritos salió y volvió a entrar con una botellita de alcohol y se la puso en la nariz a la Vice y a la Dire para que se despertaran y la ayudaran a resolver ese lío.

     Cuando todas estuvieron despiertas empezaron a hablar con Delfina y sin saber cómo ni por qué les empezó a crecer ese calorcito en el corazón que aparece cuando uno se encariña con alguien. Así que inmediatamente convocaron a una reunión urgente de maestros y maestras y les presentaron  lal nueva integrante de la escuela: DELFINA, el esqueleto parlante. Algunas seños se desmayaron, pero la Secre las despertò con su botellita de alcohol revividora. El profe de Ed. Fïsica de la tarde le lanzó una pelota, pero Delfina la recibió y la lanzó en el aro de basquet que había en el patio y marcó un tanto. El profe le sonrió y Armando le hizo una seña de pulgar hacia arriba

     Ese día en la escuela nadie habló de otra cosa que de Delfina.

     Los chicos de 7mo insistieron en vestirla porque daba impresión verla y le prestaron un buzo que decía grande en la espalda EGRESADA.

     Las auxiliares le tejieron un gorrito, una bufanda y un par de guantes, la Profe de Plástica le consiguió un par de zapatillas y se las decoró con dibujos y cordones de colores.

    Los de 1° y 2° quisieron desnudarlo y desarmarlo para verlo por adentro, pero a los profes les dio miedo que después no volviera a ser Delfina, entonces los convencieron  de hacerle un regalo. Entre todos hicieron un libro gigante lleno de dibujos, palabras y oraciones escritas con sus letras grandotas y llenas de cariño. También le dibujaron con un marcador indeleble unos cuantos pelos en el cráneo.

    Y así fue como Delfina se convirtió en una más en la escuela.

    Le encanta unirse a los grupos para cantar cuando viene el profe de Música. Su canción favorita es el Himno Nacional. Vaya a saber por qué, pero cuando el profe termina su clase indefectiblemente tiene que tocar en el piano aunque sea una estrofa del Himno y entonces Delfina se para, se pone la mano en el pecho y canta a voz en cuello lo que se acuerda, porque no se lo sabe todo. También le gusta bailar regaetón y es muy gracioso verla mover su trasero huesudo al ritmo de la música.

  También está aprendiendo Inglés con las Profesoras porque dice que quiere ver unas películas que encontró en la biblioteca en su idioma original. A veces usa el Inglés para hacerse la canchera y dice HELLO, YES, BABY y DARLING

    La Asociación Cooperadora le regaló un guardapolvo blanco y entonces Delfi se pasea por la escuela totalmente camuflada como una alumna. Juega en los recreos, comparte galletitas y hace bromas. Le encanta jugar a la pelota y es una crack pateando penales. Es de Boca, de River, de Racing, de Independiente y de cualquier equipo que gane ese domingo.

    Con la profe de Tecnología construye juguetes para que usen los chicos que no quieren estar en el aula. En esos casos,ella los acompaña, juega con ellos y al ratito los chicos como por arte de magia, vuelven a entrar a sus salones con una gran sonrisa dibujada en la cara. Las maestras de apoyo la aceptan en sus clases y ella así aprendió a ayudar.

    Y así es como en la Delfín Jijena todos saben que aunque a Delfina le falten músculos, párpados y algunos dientes está llena de amor, de alegría y respeto.

      Ella lo sabe también y entonces se siente la esqueleto más feliz del mundo.

ASÍ CELEBRAMOS EL CIERRE DEL PROYECTO!!!